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Bollos preñados

Mi padre, como fabricante de harinas, tenía cierta , amistad con la familia Narvaez que eran los panaderos de Grazalema y que también tenían un molino donde molturaban parte de las harinas que empleaban en su panadería

Eran tiempos de relativa escaced en la sierra, con una despoblación continuada hacia Alemania y a Barcelona, pero el pueblo seguía vivo y se le empezaba a ver un cierto resurgimiento por el turismo de los veraneantes, que éramos los forasteros del pueblo, de los que nosotros pasábamos todo el verano y el principio de otoño, por un hermano que padecía lo que entonces se llamaba asma, que era alergia al polvo y que en Grazalema no sufría

Esos panaderos, como todos los de la época trabajaban de noche, y dormían de dia, pero sobre las seis de la tarde empezaban calentando el horno para el pan del dia siguiente, y entonces algunos dias que mi madre nos permitía, íbamos a la panadería con trozos de chorizos para que lo metieran en el horno dentro de un trozo de masa, y a la hora más o menos íbamos a recoger esos bocadillos que llamaban “bollos preñados” que se convertían en nuestra cena, aunque muchas veces nos lo comíamos en el camino de vuelta a casa, con la regañina a medias de mi madre, porque calientes estaban mejor que para las diez que era la hora que se cenaba en casa.